Bienvenido al Mundo de EO

EO es un mundo sin tiempo conocido para nosotros. En el han crecido y muerto cientos de humanos y seres maravillosos... ahora es tiempo de devolver la cordura a un mundo en continuo caos.

Las tribus triviales de antaño han evolucionado y ahora convertidos en pueblos y reinos poderosos las guerras se suscitan con mayor frecuencia. Solo la espiritualidad de la Diosa EA puede devolver el equilibrio, pero la mente egoista y codiciosa del hombre ha cambiado los planes. Una nueva sombra cubre el mundo y los movimientos de todos pareciera tener un claro destino. Los vientos de guerra soplan nuevamente y todos se preparan de alguna forma para enfrentar los nuevos tiempos; especialmente un pueblo llamado Tracia...







CAPITULO 1: DE VUELTA A CASA

Abrió los ojos lentamente, la luz brillante le cegaba y dolía. Comenzó a distinguir un tenue haz celeste que se introducía por sus pupilas, sin embargo no lograba ver con claridad; todo era bruma y confuso.

No sabía si estaba despertando de un sueño o volviendo a nacer. Pero le dio la idea de que la sensación era similar; la paz, la tranquilidad, la conciencia de que todo comenzaba de nuevo, sin duda había vuelto, al parecer de un largo peregrinar, donde la conciencia no funciono y el letargo fue más prolongado de lo esperado, pero en fin, ya estaba de vuelta tratando de esclarecer los hechos.

La humedad del lugar lo envolvió, lo abrigaba con una bruma de millones de pequeñas gotas cristalinas de rocío. Gracias a su frío se fue reponiendo suavemente. Rodeo con la mirada su entorno. Era bello, un bosque frondoso lleno de vida. Los insectos resonaban alrededor, los animales realizaban escaramuzas entre la maleza y las aves cantaban alegremente a un nuevo día, todo era mágico y alucinante, esperanzador y por sobre todo emocionante.

Recordaba haberse puesto de pie y caminar por el lugar, encantado y embobado. Pronto la realidad lo superó y comenzó a dimensionar lo que le había ocurrido... eso sí que por partes.

Se sentó bajo la sombra de un gran abeto, que desde el comienzo pareció observarlo y murmurarle. Era inmenso, tenia miles de raíces en sus pies que se perdían en las profundidades de la tierra, su follaje era verde y abundante, poseía cientos de grandes ramas que se asemejaban a grandes brazos. El viento los movía de tal forma que parecía que lo buscaba como para acurrucarlo y mecerlo. Fue ahí, cuando observaba este esplendido cuadro, que se dio cuenta que el mundo en el que se encontraba era muy extraño, pero a la vez muy familiar.

Desde la lejanía se sentían las voces de personas como murmullos que eran transportados por las hojas. En la medida que se movían afloraban con mas claridad, se escuchaba conversar y el transitar de los hipariones y carretas. En un comienzo se asusto, no entendió. Luego se dirigió en dirección de aquel sonido y en la medida que se acercaba, un olor a comida comenzó a invadir la punta de su nariz. Esto despertó ese instinto asesino de ollas y despensas tan común en Niel. Se apresuro, nervioso, hasta llegar al borde sur de la aldea, los árboles daban paso a casas pequeñas que aun confundidas entre el follaje florecían como un bosque menor, pero con mas prestancia mientras mas se internaba por la ruta que había tomado.

Al cabo de un par de metros transitando por la vía la escena era distinta, los árboles en retirada daban paso a las chozas y el sonido de los animales daba paso a las personas y sus herramientas. Se encamino por entre ellas, abriendo senda entre la muchedumbre, percatándose que todo el mundo lo observaba y comentaba para sí lo que veían. Al cabo de un instante se percataría que su apariencia no era de las mejores, desaseado y roído por el tiempo lo acercaba más a un vago que a otra cosa.

De entre el tumulto un personaje no muy grande, más bien delgado, que vestía unos pantaloncillos de piel de oveja con una camisa sin botones y llenas de amarras de cuero, se asomó. De sus pantalones colgaba un peculiar cuchillo, seguramente para cazar, y de su hombro derecho un morral... llego delante de él, saludándolo amistosamente. Niel lo evadió, no lo conocía, sin embargo no sé sabe por que igual le genero confianza. Claro que no quiso averiguar el porque de aquello, así es que caminó aceleradamente por en medio de la avenida, sin rumbo claro, pero decidido a seguir aquella avenida, como guiado por un impulso interno que lo llamaba a proseguir aquella ruta.



La aldea era muy peculiar, en ella vivía gente tranquila, trabajadora, amante de las celebraciones y por sobre todo misteriosa. Poseía un aire de secreto y grandeza, de poseer un pasado rico en historia, pero que ahora vivía latente; como la mariposa en estado larval esperando su momento.

Tenía una población de alrededor de ochenta mil personas. Sus casas estaban ubicadas en un gran claro del bosque, todas construidas en madera cuyos tallados las hacía únicas y preciosas, desde el borde hacia el centro las casas aumentaban en tamaño y en su centro se ubicaba una plaza de reuniones, junto a una pequeña empalizada que ya llevaba varios años sin ser utilizada, también poseía un altar donde por lo general se realizaban los actos públicos y aquellas manifestaciones masivas y de interés comunitario.



Fue en el trayecto por la avenida cuando recordó la ubicación de su casa y se dirigió a ella prontamente. Su hogar se situaba entre dos grandes abetos... la persona que la construyo ahorro mucho en paredes ya que estos majestuosos árboles cumplían esa labor. Se encamino por inercia, hasta que se detuvo frente a una puerta, la abrió y ahí estaba todo tal cual lo había dejado por última vez... la cama sin hacer, la loza sin lavar. También se encontraba su ropa colgada de esa percha tan inusual. Había un tercer abeto, justo en medio de la casa. Aquel cumplía con la noble misión de percha, repisa y pared que separaba su dormitorio de la sala de estar. Las únicas paredes como tal eran las que constituían la cocina, el baño y una pequeña sala para guardar cosas.

Sus ventanas estaban orientas en dirección del sol. Una daba hacia el Este, donde nace el astro y la otra da al Oriente, donde muere. Esto hacia de la casa una guarida oscura y en invierno muy húmeda. Un intenso verde producto del follaje de los árboles mas los arbustos que la rodeaban daban su color interior, que adornados por viejas banderas, cacharros y utensilios sin mayor importancia le daban un peculiar toque de “sin gusto”. La casa estaba ubicada en el borde oeste de la aldea en cuyo patio comenzaba un espeso e inmenso bosque, mientras que por Este se salía a la avenida que conducía unas cuadras más allá a la gran calle, la que lo llevaba al centro de la aldea. En la entrada principal había un declive, que bajaba un par de peldaños, más al interior otro desnivel lo llevaba a una bodega subterránea. Ese punto lo había transformado en un cuarto especial, donde por lo general pasaba la mayor parte del tiempo cuando estaba en casa. Una mesa y muchos libros eran su compañía, mas uno que otro roedor y unos viejos mapas de un mundo desconocido.

Tuvo que abrir cada ventana y puerta para ventilar, el olor a humedad era notorio, eso le dio la señal que fueron varios días de ausencia, tenia que aprovechar los últimos rayos de sol, que aun eran cálidos ya que pronto llegaría la noche y su implacable frío.



Se tendió un momento en la cama, tratando de unir los cabos sueltos de lo ocurrido, tenía que despejar la mente la cual lentamente comenzaba a punzar y ligeramente a doler. Solo aparecían en su mente imágenes vagas y difusas, no tenía claridad de lo que había ocurrido, salvo las últimas imágenes en dirección a casa. En esa monotonía se quedo profusamente dormido. En eso estaba, creyendo que una eternidad había pasado cuando un golpecito en la puerta lo despertó. Ahí se encontraba esa silueta delgada... no alcanzo a decir nada y ya estaba dentro. El miedo lo invadió rápidamente y su instinto lo llevo a cubrirse con unas mantas y tomar un palo que dejaba bajo la cama... aquel personaje que invadía su hogar se transformo en una amenaza realmente peligrosa, la inesperada aparición lo llevo a un estado de terror nunca antes vista, sin embargo al escuchar las primeras palabras que salían de la boca de aquel extraño lo hicieron recordar quien era: el mismo muchacho que le había dado la bienvenida en la avenida y que ahora estaba a los pies de su cama.

- Hola!!!, Que te ocurre? Fueron las primeras palabras de aquel muchacho que entraba, pero Niel no atino a decir nada. Hubo un largo silencio. Ambos se miraron como queriendo interrogarse con la vista. Niel Rompió el silencio preguntando quien era, frente a lo cual la respuesta fue una sola: soy Dan, tu amigo.

Sorprendido por su respuesta evidencio en su rostro extrañeza y rabia. Tal vez estaba jugando, tal vez era en serio. Se preguntaba que le había pasado que no lograba recordarlo, ni a él ni a nadie, pero sabia muy en su interior que si lo conocía, como a la aldea y el camino a casa.

Luego de observarse mutuamente y con ello estudiarse por largos minutos intercambiaron leves palabras, hasta que el delgado Dan lo invitó a levantarse, que se cambiara de ropa después de una ducha y que juntos fueran a ver al Maestro Lordquett. Ni idea quien era él, aunque su nombre también le era familiar. Dan tampoco dio muchas luces al respecto, argumentando que ya llegaría el tiempo de aclarar todo. Incrédulo y con desconfianza Niel se levanto y caminó en dirección de su regadera. Al cabo de un instante ya estaba fuera, arreglado para salir, pero aun temeroso. Aun estaba aturdido, pero entendía que debía seguirlo para ir aclarando el panorama, no podía perder nada, y entre seguir con el miedo que le producía la incertidumbre prefería seguir con el mismo temor pero a cambio de la posibilidad de esclarecer los hechos y así volver a cierta normalidad. Le intrigaba no saber quienes eran, pero sus nombres les eran muy conocidos y cercanos.

Salieron con normal tranquilidad, salvo por que Niel había decidido caminar detrás de Dan, a lo que este ultimo hecho a reír. Una terrible inseguridad se apodero de ambos. Uno creía que sufriría un rapto y el otro que su invitado escaparía alocadamente sin un destino claro. Niel Se preguntaba que plan siniestro tramaba su acompañante y si era así ¿por qué demonios él lo seguía? Lo miraba de reojo como esperando el momento exacto para desnudar su plan, esperando el error y así zafarse de aquella situación tan incomoda. Sin embargo eso no ocurrió y debió calmarse, dando muestras de tranquilidad y confianza, para proseguir por una larga ruta hacia lo desconocido.

Emprendieron rumbo en dirección opuesta al lugar por donde había llegado Niel. Caminaron un largo trecho hasta llegar a los lindes del lado norte de la aldea para luego internarse en el bosque siguiendo un pequeño sendero rodeado de arbustos y de quila. Niel sin pronunciar una sola palabra solo observaba y respiraba muy profundo, agitado por la caminata pensaba en la locura que implicaba continuar. El miedo crecía en su interior, así como la lejanía de la aldea, no sabia por que lo seguía, pero algo en su interior lo instaba a proseguir. Era nuevamente esa voz interior que le hablaba, le susurraba que esperara un poco más, que confiara un instante más, si la situación no sufría cambios debía tomar una decisión, debía correr aunque tal vez no fuera ella la más atinada para aquella ocasión.

Se internaron unos ochocientos metros dentro del bosque, cuando el consternado joven decidió preguntar hacia donde se dirigían... no hubo respuesta, solo una breve sonrisa, llena de malicia y sarcasmo. Fue en ese instante cuando el sendero serpenteo por el lado derecho de un pequeño arroyo y detrás de un monte cubierto por una espesa maleza se encontraba una choza de la cual expelía un suave humo y un notorio olor a comida. Un perro, mediano y de color ladrillo fue el primero en salirles al encuentro. El quiltro se movía con peculiar simpatía, emitiendo unos chillidos de jolgorio, reconociendo en los visitantes a viejos y queridos amigos.

La choza parecía hablar, crujió y una puerta se abrió y dio paso a un anciano que salió desde su interior al encuentro de ambos. Un bastón y un harapo por ropa eran su clara individualización. Salio presuroso pasando por el lado de Dan sin ni siquiera saludarlo, fue directamente hacia Niel a quien abrazo cariñosamente y por un largo periodo. Antes de que ambos dijeran algo Dan los separo, tomo del brazo al anciano y se distanciaron un momento, de algo conversaron silenciosamente observando de reojo a Niel, quien en medio de la confusión recodaba aquel lugar, como un sitio de tranquilidad y de pereza.

El día ya se alejaba, el sol se escondía y el anciano que tenia por nombre Lordquett los insto a entrar a su hogar. No hubo más palabras hasta que se sentaron alrededor de una cocina, en cuya cubierta hervía agua y un caldo recién preparado. Una introspección silenciosa pareció llenar el tiempo del anciano, observaba a los jóvenes con especial atención, sobre todo a Niel. No dijo nada, parecía ido, como si su mente viajara por los rincones más olvidados de los hombres en busca de respuestas, su concentración se asimilaba a la de aquellas pitonisas que inspeccionaban la mente de la gente con tal de averiguar y decir aquellas frases rebuscadas que las personas comunes deseaban escuchar.

Fue en ese trance cuando sorpresivamente dijo: "Hijo, creo saber que ocurre... antes de clarificar lo sucedido deberás reposar aquí, en esta choza y beberás de este tónico y dormirás, tan pronto despiertes y haga efecto lo que te he dado hablaremos con calma y con la verdad. Ten confianza ya que nada malo te ocurrió y te ocurrirá. Mientras reposas te cuidaremos y cuando despiertes una grata sorpresa encontraras".

Niel al escuchar la voz segura, gastada, pero confiable del anciano se relajo. Se sentó al borde de una cama, bebió el té amargo que le había preparado para luego comenzar a sentir una pesadez sobre los ojos y sobre la mente. No quería dormir ni perder nuevamente la conciencia, pero parecía que el embrujo era más poderoso que él y lentamente comenzó a alejarse de este mundo para internarse en aquel donde viven juntos de la mano los sueños y las pesadillas.

Con la esperanza de despertar confortado, y que aquellos que lo tenían ahí fuesen capaces de explicarle que ocurría Niel se durmió, mirando el cielo tratando de leer los designios de la mente que lo habían conducido hasta aquella choza… se alejo suavemente con la mirada fija en el techo de la choza recordando el rostro de una mujer…